#reseña
«Los Viajes de Jimena»
de Carmela Díaz.
Es una novela con mucho carácter, que se va dulcificando según vas avanzando en la lectura.
«Después de todo, va a resultar que el amor no es pecado ni los amantes, pecadores.» -Rodrigo.
Me costó darles una oportunidad a los personajes, ya que cuando empecé con la novela, solo leía palabras llenas de rencor, orgullo y dolor.
Un dolor hondo, en los personajes, que les había provocado su anterior experiencia. Aún así, en ellos había un anhelo, una esperanza por encontrar en el otro, el amor.
«Para volver a amar, antes debía empatar en odio.» -Rodrigo.
Una palabra que repelían, por el hecho de nombrar un sentimiento, que a mi parecer les aterraba, el amor. Ellos ocultaban sus sentimientos hablando de posesión, lascivia, pasión… Que no dudo que existiera, los viajes a las islas anteriores, tuvieron que ser de puro fervor. Pero todo eso dejó el poso en el fondo del vaso, por mucho que les costara reconocerlo.
«… El hombre que más me ha impactado, con el varón que cambió mi existencia, mi forma de ver y vivir la vida.» -Jimena.
Esa es la lucha que me costaba entender, que es el jugo, de esta novela. Porque era imprevisible y creaba expectación, ya que no sabías como iba a reaccionar cada personaje, ante la provocación del otro. Entre quite y desquite yo estaba con el ansia de que reconocieran abiertamente sus sentimientos. Ya sé que soy una sensiblera, pero es que pasión sobraba, faltaba, lo que faltaba.
«Tu cuerpo y el mío jamás volverán a ser bendecidos si no es en mutua compañía.» -Rodrigo.
Me encanta Jimena, una mujer asertiva, fuerte, segura, imprevisible y muy orgullosa. Tiene todo lo bueno y lo malo, para compensar…
Sin embargo, ella que se conoce así misma perfectamente, lo asume y cuando su carácter la juega malas pasadas, ella lo sabe, pero no lo puede evitar. Era como un torrente al que no se puede parar y generaba situaciones graciosas, para los demás, claro.
«Siempre fui valiente, pero estoy a punto de traspasar la barrera de la sensatez» -Jimena.
Rodrigo, tiene su encanto. Al yo no conocer la etapa anterior, «al Rodrigo de la ira», me cuesta mucho empatizar con él, puesto que está dolido, muy dolido, pero eso, solo lo deja entrever en su comportamiento cruel, creando indecisión, no sabias si compadecerle o asesinarle.
«Hemos jugado hasta donde yo he querido y esto se ha terminado a mi santa voluntad.» -Rodrigo.
Finalmente me enamoró «el Rodrigo Encantador», Su Caballero. Por el que se derretiría cualquiera, y me hizo llorar como una niña.
«Tu nombre junto al mío es una declaración de amor al mundo.» -Rodrigo.