#reseña
Bellini
de Anna Casanovas.
La expresión, preciosa, se queda pequeña.
«-Pinta para mí hasta que estés lista para pintar para el resto del mundo.» -Daniel.
Sinopsis
Alba es restauradora de arte, vive en París y después de un horrible desengaño prefiere la compañía de sus pinceles a la de los seres humanos. La Galería de la Academia de Venecia recibe unos cuadros en herencia entre los que se encuentra una misteriosa pintura…
Hace un año que Daniel dejó París para convertirse en el director de la orquesta del Liceo de Barcelona. Ha perdido la pasión por la música. Pero una mañana recibe la noticia de que ha sido elegido para dirigir un exclusivo concierto en Venecia y acepta el trabajo con la esperanza de recuperar el amor por la música y también por la vida…
Creo que Peco de utilizar la palabra «preciosa» a menudo y lo que consigo con ello, es devaluar el sentido de la palabra, porque cuando realmente quiero expresar la inmensa belleza de una historia, esa expresión, se queda pequeña.
En este caso la palabra más precisa sería… ¿Exquisita?
Me voy a ayudar de un símil para describir lo que esta novela me ha provocado. Las que me seguís ya sabéis que la comida es mi debilidad. Esta historia ha sido como mi dulce favorito. Como cuando tengo mi bombón de licor. Sé que le tengo, sé que me va a gustar y solo estoy esperando el momento adecuado para que, al comérmelo, pueda disfrutar de él, el máximo posible. Ese momento llegó, y comencé a leer Bellini. He quitado el envoltorio de mi bombón, contengo mi ansia por devorarlo, y leerlo lentamente para no perder ningún detalle. Lo meto en mi boca y al morderlo es cuando me desbordan las sensaciones, al leer cada página, al notar el crujir del chocolate, la eclosión del líquido, notar la quemazón del ron, saborear su dulzor, el amargo del chocolate puro y mezclarse en mi paladar…
Debo de reconocer que todo este placer, nunca me ha hecho derramar una lagrima, mientras que esta historia sí, no ha sido un llanto desconsolado, porque hasta en este aspecto es comedida la autora, pero aún tengo húmedas mis mejillas y el regusto del buen sabor de mi bombón en la boca.
Toda esta pasión y efusividad es como la que llevaba Alba dentro de ella. Su «estupenda» familia, se encargó, de contener a presión en su cuerpo, la pasión, la energía… la vida en realidad. Es más fácil criar una planta, que, a una niña, llena de curiosidades por satisfacer y así tener tiempo para contemplarse.
«Si me hubiese permitido tener emociones, me habría dado cuenta de que estaba sola, de que mis padres me consideraban un estorbo. Era mucho más fácil no sentir.» -Alba.
Alba era contenida, miedosa y muy cauta, quería protegerse de cualquier estimulo, hasta que apareció él, Daniel, que con su calma y sus palabras luchaba cada día para que ella empezara a creer en ella misma y afianzar su autoestima.
«Mientras le quedase un aliento de vida en el cuerpo, ella no iba a volver a dudar de sí misma.» -Daniel.
Dicen que es difícil querer a alguien que no admiras. Daniel no la admiraba, la adoraba como si fuera una deidad. Él la mimaba, la cuidaba, la protegía, la apoyaba… ¿Cómo no vas a querer a alguien así? A mí, me enamoró al momento, a pesar de sus antecedentes «afectuosos» –era un putón-. Fue muy divertido leer como se desmoronaba delante de alba.
«¿Qué podía decirle: «es la primera vez que hago el amor de verdad y tengo un miedo atroz de perderte»?» -Daniel.
Aun así, desde el primer momento se dio cuenta de cómo debía de tratar a Alba, sabía que era ella.
«Algo le decía en su interior, le exigía, que fuese despacio, que igual que ese segundo bellini que se había bebido en el pasado saborease cada momento porque se quedaría con él durante el resto de su vida». -Daniel.
Creo que no es necesario decir ya, que he disfrutado muchísimo de la novela y que cuando acabe el reto leeré la historia de Cloe y Sergio.