Retomé la lectura después de las vacaciones y un periodo de migrañas. El libro estaba ahí, esperándome, con carita de pena —bueno, así lo imagino yo— esperando ser leído porque sabía que me iba a sorprender.
Sí, me sorprendió y mucho, ya que «el acontecimiento», aunque era deseado, sigue siendo inesperado. Me imagino que ahora mismo no entiendes nada, no puedo contar más pero intentaré explicarlo.
Axel, el protagonista, se ha quedado a cargo de Leah, la hermana de su mejor amigo, la niña que ha visto crecer en la casa de al lado, donde pasaba horas y horas…
Leah, esa niña, se convirtió en una alocada adolescente, llena de vida y alegría que, emanaba y disfrutaban todos a su alrededor. Además estaba enamorada «en secreto» de el amigo de su hermano mayor, Axel; el cual, la ignoraba como la mujer que ella se sentía, solo la miraba como a una tierna niña que, ella ya no era.
Interesante ¿No? pues a esto añádele que Axel va a ser el único que, a partir de ahora, dejará de mirar a su niña, como tal. Él será el único que se enfrente a la realidad que vive Leah.
Leah sufre una depresión, a consecuencia de el estrés postraumático que le causo el accidente en el que murieron sus padres. Ella ha estado todo este tiempo evitando todo lo que la haga sentir o recordar que tiene sentimientos. El único sentimiento que se permite es el de la pena, regodeándose en su dolor, sin poder controlarlo.
Axel está revolucionando todo su mundo, la provoca toda clase de sensaciones —algunas que él desconoce— para que salga del bucle en el que está imbuida, sin darse cuenta de que los esta llevando, a los dos, a otro mayor, del que no sé si, querrán o podrán salir.
