
Esto de adivinar… se me da bien.
Quizá, no sea un don sino simple lógica, pero la capto rápido y suelo acertar siempre, pocas veces fallo. En mi casa, a mis chicos, les sienta fatal que siempre acierte cuando vemos una serie, pero… que se le va a hacer.
Esta vez era sencillo Mary se divide entre el amor platónico, el malote de turno, con el que se lio en alguna ocasión; o el protector, divertido y tierno que acaba de conocer.
Es fácil la elección, hasta una joven con las hormonas revueltas es capaz de reconocer, que el calor interior que le produce el malote musculoso con su moto, durará lo mismo que el rugido del motor de esta en sus oídos.
Por lo menos, nosotras desde nuestro sofá, lo tenemos más que claro, Justin sí o sí. Le gana de calle al malote. Donde esté un morenazo que además sepa cuidar de los niños que se quiten los demás. A mí me ganó con eso, con la mano que tiene con los niños, yo es que soy facilona.
A parte de las bromas de los dos posibles pretendientes de la protagonista, también quería comentar la satisfacción que crea el ver la evolución de Mary como persona, enfrentándose, ya conscientemente, al camino que ella propicio en un arranque de protección. Es ahora cuando se está dando cuenta de lo que realmente generó ese arranque y está aprendiendo a lidiar con ello y puede que realmente consiga lo que en un principio quería, ayudar.